"Una palabra es suficiente para hacer o deshacer la fortuna de un hombre".
Sófocles (495AC-406AC). Poeta trágico griego.
Sé del verso, aquel que en la noche ilumina los cielos, el que un día cualquiera me abrirá la puerta a tu vida.
Sé de ese verso y su voz callada, la voz del amor, esa que enreda mi mente sembrando vocablos en busca de ti, de la perfección que encierras cuando peinas el aire al doblar la esquina mientras soy nada, nada en lo más tierno del alma de un mundo pecado... soñado hasta ti.
Sé de un verso que un día te nacerá dentro, florido entre la prisa por marcharte de ti, y te azotará en la llama. Crecerá libre, sin que sepas de mi y te prenderá voraz hasta detonar tras su reguero todo atisbo de temor en tu mirada. Será entonces, sólo entonces cuando entiendas el porqué del corazón, de un instante desbocado en el tropel de mil latidos. Verás desnudo el sol desde los párpados de la luna cuando llegue esta esperanza a ti amor, la que he guardado en mis palabras cada vez que te he pensado, como en los mares veo yo al dios de los mortales cuando en un soplo de viento se encabrita el oleaje.
Llegaré a tu ser sin más, vestido en una frase con la piel que acicala de luz la primavera. No temas, tú sólo deja caer mi sombra en tu oído, hazme feliz mientras cuido tu vida con el mimo del aire. Porque el poder de una palabra frena el giro de los astros... Son tan pocos los que duelen el secreto de la vida.
Sé del verso que derriba las vigas del cielo y lo guardo mientras sigo contemplándote de lejos, tan bella. Porque quiero estar seguro de volcar tu vida a tiempo, justo cuando tarde sea temprano entre nosotros. Sé... Sé de ese verso amor, el que hará caer tus labios de rodillas cuando nos miremos y al fin sepas que era yo quien le detuvo el tiempo a tus horas.